Milei y la trampa del Congreso imposible
Negociaciones, peleas de palacio y dos llamativas encuestas, en medio de números que no cierran.
Sin una estrategia para el Congreso, no va a ser posible gobernar. Milei lo entendió. El viernes encabezó por primera vez formalmente una reunión con los referentes de los bloques del oficialismo parlamentario de La Libertad Avanza y sus aliados. Fue una puesta en escena que blanquea la crisis total del oficialismo. Después de 8 meses en el poder, entendió que no hay gestión posible recibiendo todos los días malas noticias del Congreso. En el medio se perdió mucho tiempo valioso.
Hubo una alta participación de los legisladores de LLA. Muchos no habían visto nunca al Presidente desde tan cerca. También estuvieron el jefe de bloque del PRO, Cristian Ritondo (que aporta 37 diputados), y el del MID, Oscar Zago, que había sido el jefe de bloque libertario hasta abril, pero se fue por problemas internos.
Llamó la atención la ausencia de Martín Menem, presidente de la Cámara baja y hasta ahora máximo negociador en Diputados. Hay ahí una noticia en desarrollo: cerca de Menem dicen que lo empoderaron como referente de Diputados en la reunión; pero otros participantes dicen que el Presidente prometió ir hacia un interbloque antes de fin de año: es decir, unificar criterios y perder la pureza de sangre libertaria. No sería una buena noticia para él. Pero de acá a fin de año pueden pasar demasiadas cosas.
La trampa del Congreso
La evaluación de la situación en el Congreso fue desalentadora. Milei dio un panorama de lo que podría pasar con la economía si el Parlamento insististe con la ley de movilidad jubilatoria, cuyo veto se va a publicar este lunes en el Boletín Oficial.
Recordatorio: la norma se aprobó en las dos cámaras con 2/3 y repitiendo la votación a la hora de insistir, el Gobierno va a tener que cumplirla. Eso pone en jaque todo el programa fiscal y el plan económico. Sin ajuste a los jubilados, no hay superávit ni inflación cero.
Para bloquear la insistencia, el oficialismo necesita garantizar 85 diputados que voten en contra: los que estuvieron en la reunión del viernes suman 77 si nadie se enferma o se ausenta; podrían sumar a la recientemente renunciada Lourdes Arrieta (prometió que va a seguir acompañando), a las ex aliadas Carolina Píparo y Lorena Macyszyn y los tucumanos que responden al gobernador Jaldo, que no fueron el día de aquella sesión y podrían apoyar. Así, quedarían en 83.
Habría que convencer a dos más de que voten en contra de los jubilados y a favor del Gobierno. No es imposible. Son los cálculos que hacen en el oficialismo. No todos están seguros de que todos esos vayan a apoyar.
Diputados podría estar más bajo control. Hay otro activo más que tiene que ver con las cuestiones humanas:
Martín Menem es el líder indiscutido (por ahora), es fiel al Presidente y viene de una casa política.
Es un bloque con algunos cuadros interesantes, tanto desde lo técnico como desde la capacidad de defender al Gobierno ante situaciones incómodas.
El PRO -principal aliado- tiene la conducción clara de Cristian Ritondo, que responde directamente a Mauricio Macri. Hay otros pesos pesados también alineados como Maria Eugenia Vidal o Diego Santilli, y cuadros técnicos como Silvia Lospenatto; sin contar a los de Bullrich, que votan siempre con el oficialismo.
Es una buena base para arrancar una negociación política con la oposición y conseguir leyes (o bloquearlas).
La crisis del Senado
En el Senado, la cosa está mucho más complicada. El jueves a la mañana, Milei desayunó con Luis Juez. Suelen juntarse cada 15 días o un mes a cenar o a desayunar en Olivos. En la charla, el Presidente le dio detalles técnicos de por qué era imposible sostener la reforma jubilatoria que había votado el Senado; Juez fue uno de los que la votó.
Milei quedó conforme con la charla, y decidió sumarlo a último momento a la reunión del viernes con legisladores. Tarde: cuando le avisaron, Juez ya estaba en Córdoba. El Gobierno todavía no maneja ciertos códigos: es difícil encontrar a un senador en CABA un viernes.
¿Por qué es tan grave la situación en el Senado? Porque no hay nadie del oficialismo que esté funcionando como nexo con el Ejecutivo:
La presidencia está a cargo de Victoria Villarruel, hoy convertida en enemigo interno número 1.
El presidente provisional del Senado, Bartolome Abdala, no tiene experiencia política para liderar una estrategia.
Ezequiel Atauche, el jefe de bloque del oficialismo, tiene dificultades para conducir su propio espacio y para negociar con efectividad. Todos valoran sus ganas de aprender, pero es su primer mandato como legislador y la oposición no lo toma como la voz autorizada del oficialismo. Él mismo suele reconocer esta falencia en charlas privadas.
La expulsión de Francisco Paoltroni, por diferencias con el Ejecutivo, dejó a ese bloque sin una figura que por lo menos era una voz fuerte del oficialismo en la Cámara. Intentaron retenerlo hasta último momento. No molestaba que votara en contra de Lijo. Solo querían que no militara. No pudieron callarlo.
El PRO no tiene senadores fuertes. Luis Juez -jefe de bloque- está en ese lugar de prestado. “Tengo el honor de ser el jefe de bloque del PRO, pero sin ser del PRO. Soy un tirador periférico con lengua karateca", reconoció a poco de asumir en ese lugar en una charla privada.
A diferencia de Ritondo, no tiene una alineación automática con Macri. También tiene roces con el resto de los jefes de bloque.
Entre los aliados aparece Juan Carlos Romero (de Salta), un político experimentado, pero que “no quiere que lo forreen”. Está grande para comerse cualquier sapo.
Con viento a favor, el oficialismo suma 17 senadores. Muy lejos de los 24 que necesita para impedir un veto, de los 37 que necesita para garantizar quórum o los 48 para nombrar un juez de la Corte Suprema.
¿Quién negocia por el oficialismo en el Senado? Nadie. En las últimas horas, algunos pidieron que sea Guillermo Francos. El Jefe de Gabinete no quiere saber de nada. Hay que ver si tiene margen para decir que no: lo sumaron a última hora a la reunión con legisladores a la que no tenía pensado ir.
Francos fue el actor clave para destrabar la Ley Bases. Su buen desempeño le valió un “ascenso” a Jefe de Gabinete.
El tema es que cuando reestructuraron el Gobierno, le dejaron también a cargo del Ministerio del Interior. Es mucho para un hombre solo. “O se encarga de la gestión o se encarga de la rosca política”, plantearon en un su entorno. Este miércoles le toca por primera vez ir a exponer en el Senado.
Nadie quiere asumir el rol de interlocutor del Gobierno en un Senado tan complicado. El Ejecutivo intentó compensar la ausencia de Francos con los viceministros José Rolandi y Lisandro Catalán; son buenos técnicos, pero no tienen el perfil político necesario. Ahora aparece una idea de empoderar a algún senador del bloque. Se verá si resulta
Desde que asumió, cada vez que tuvo que reemplazar a funcionarios importantes, Milei terminó unificando ministerios o dependencias por la falta de gente.
El Presidente se rodea cada vez de menos personas; esa suele ser lo que pasa con los mandatarios cuando se están yendo y no a poco de asumir el poder. Otra luz amarilla.
La crisis del Gabinete
Hacia adentro del Gobierno también hay problemas. La desconfianza es de todos contra todos. Al punto tal que decidieron eliminar las reuniones de Gabinete de los martes para evitar más filtraciones, dejando únicamente las reuniones de los jueves, como relató Stella Gárnica este sábado en A24.com.
Milei está disconforme con muchos funcionarios, pero no tiene recambio. Algo así pasó en Cancillería, donde las diferencias con Diana Mondino son cada vez más evidentes.
El reciente nombramiento de Nahuel Sotelo al frente de la Secretaría de Culto y Civilización es quizás una muestra de eso. No solamente se va a encargar de la relación con el Vaticano y otros credos; también va a ser el garante de que se respete el mandato de Milei de rechazar la llamada “Agenda 2030”, algo a lo que Mondino y el personal de planta de Cancillería se oponía.
Aunque no responden a la misma línea interna de la Iglesia (Sotelo es del ala más conservadora) su nombramiento fue bien recibido por el Papa Francisco. Se lo hizo saber a Sotelo a través de un emisario. El Papa es cada vez más crítico del Gobierno. Sotelo quiere que venga a la Argentina.
El Gobierno, además, tiene la amenaza de la gestión. Necesita sí o sí mostrar resultados para sostener la expectativa en sus propios votantes.
Según reconoció Caputo, la inflación de agosto va a estar en torno al 4%. Sería el cuarto mes de cuatro. Una meseta, lejos del relato de la baja.
Entienden que necesitan profundizar el ajuste para sostener el programa.
Esta semana va a ser fuerte el conflicto por los subsidios de los colectivos que se siguió negociando todo el fin de semana. No se descarta que no haya bondis el lunes, por la imposibilidad de las compañías de saber cuánto tienen que cobrar.
También Milei recortó sin previo aviso 44 medicamentos que el PAMI daba gratis. Ahora se entregan con descuento.
La pelea por la coparticipación con la Ciudad sigue sin resolverse.
Una encuesta de Synopsis, de mediados de agosto, marca que la paciencia podría empezar a agotarse:
Por primera vez, más de la mitad (53,3%) dice que “no está dispuesto a esperar”.
La intención de voto a Milei (si las elecciones fueran hoy) bajó del 42% en junio al 30,9% en agosto.
Desde junio a agosto, Milei perdió 1/3 de su adhesión y el PRO triplicó su intención de voto. No son números relevantes a un año de la elección, pero muestran un poco por qué Macri se le anima al Presidente.
Otro dato a tener en cuenta: Karina Milei se consolida como una de las dirigentes con peor imagen del país, con un rechazo de casi el 60%.
El Gobierno conoce estos números y los vio con preocupación. Aunque en los últimos días, tuvo un respiro. Una de sus consultoras de máxima confianza, Opinaia, hizo su tracking en el cierre del mes y todo dio un poco mejor: no solo recuperó en imagen lo que había perdido en junio y julio. Además cambió un dato clave sobre la percepción de la crisis.
Otra vez la gente responsabilizaba al Gobierno anterior por la situación económica. Mágicamente, muchos se acordaron de Alberto. El porcentaje de quienes que lo culpan por la crisis volvió a los niveles de mayo/junio. Un rezago del efecto Fabiola.
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