Los límites al "Pacto de Mayo", el rol de Macri y la encuesta que cambió todo
El Presidente convocó a un acuerdo político de cuyos términos mucho no se conoce. ¿Se puede concretar? ¿Por qué Milei optó por esa estrategia?
“Sabemos que hay un hartazgo en la sociedad y que los tiempos son cada vez más cortos”. La frase la dice un dirigente de los más cercanos a Javier Milei y que estuvo al tanto de todos los detalles del anuncio presidencial de convocar al “Pacto de Mayo”. Integra el ala dialoguista del Gobierno y habla a diario con el Presidente.
“La intención del Gobierno es verdaderamente llamar a los que quieran rediscutir lo que viene para el país. Sabemos que muchos no van a querer. Javier va a esperar al 25 de mayo a ver quién viene y quién no, y por lo menos llegar a algunos puntos de acuerdo”, explica. Este dirigente está esperanzado y reconoce: “El Gobierno necesita esto porque la situación está jodida”.
El Presidente es un fanático de las encuestas. Especialmente las que le dan la razón. Sin embargo, una de sus encuestadoras favoritas publicó en estos días:
Su imagen negativa creció 10 puntos desde que asumió (del 35% al 45%).
La expectativa de que la economía mejore cayó casi 10 puntos (del 50 al 41%).
Del 56% que lo votó en el balotaje, solo el 40% dice que repetiría su voto. Un 11% duda y 5% ya le bajó el pulgar.
Desde diciembre aumentó casi 10 puntos la gente que cree que no va a poder gobernar (de 20 a 29%).
Entre las críticas a su liderazgo, la más fuerte es que “no es abierto al diálogo” (41%).
Son números de la encuestadora Opinaia, que le llegan al Presidente antes que a nadie. Incluso, cuando los números le daban bien, solía tuitear sus resultados.
Una de las grandes ventajas que tiene, según esta misma consultora, es que nadie de la oposición capitaliza el malestar. El 48% cree que "nadie” es el líder de la oposición.
En la lógica de un ala del Gobierno, Milei hizo lo que el tero durante la Asamblea Legislativa. Cacareó durante 50 minutos de discurso, para después poner el huevo en otro lado y tender la mano al diálogo. “En las últimas semanas dinamitó todos los puentes y cuando la expectativa era que profundizara, lo que hizo fue retroceder y bajar algún cambio y buscar un punto de entendimiento”, plantean desde el ala dialoguista de la Casa Rosada.
Incluso dejó atrás el conflicto con Nacho Torres, después de una semana hiper tensa. Ahora Torres dice que está de acuerdo con la convocatoria y lo invita a una cumbre en La Patagonia. La gestión de Mauricio Macri fue clave para que bajaran esas tensiones. Además, le puso nombre y apellido a la casta: "Sergio Massa, Pablo Moyano, Juan Grabois, Máximo Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner". Los otros todavía están en el purgatorio.
“Uno plantea una agenda. Los puntos centrales son genéricos y dan margen para que haya entendimiento”, se entusiasman en el sector político. La reforma tributaria y laboral están en la plataforma de todos los partidos políticos, hasta del peronismo. El tema es cuando se empiece a discutir el contenido.
La discusión no empezó. Pero por ahora el Gobierno gana tiempo. Un tiempo que necesita para intentar terminar de concretar la primera fase de su plan: falta todavía un ajuste más (tarifas, quizás una devaluación) y luego sí se va a ver una baja sostenida de la inflación. Eso dicen. Una vez que demuestren que tienen razón, ya el León va a ser imparable.
¿Es una condición necesaria que se apruebe la Ley Bases para poder avanzar? Milei dijo que sí. Pero el ministro del Interior, Guillermo Francos, viene asegurando a sus interlocutores que hay matices. Quizás la presentación de microleyes. No está claro si Milei está de acuerdo con eso.
Pero por ahora los gobernadores, especialmente los no peronistas, no pueden decir que no al diálogo. Y de acá a mayo esta estrategia ofrece una tregua. Difícilmente se firme, pero va a tener a todos entretenidos hasta que efectivamente vuelva a haber conflicto.
Los límites del diálogo
De los últimos 4 gobiernos, todos hicieron algún tipo de convocatoria a un gran acuerdo nacional, de mayor o menor amplitud.
En 2007, Cristina Kirchner, con la Concertación Plural. Era un acuerdo un poco más chico. La idea era convocar a pertenecer al mismo espacio político a todos los que tuvieran un pensamiento más “nacional y popular”. De ahí salió la coalición con Julio Cobos como vicepresidente. Pero una vez que ganaron, las decisiones las tomó ella sola, hasta que el vicepresidente decidió votarle en contra la 125. No funcionó.
Cristina, en 2009, después de perder las elecciones legislativas. Llamó a un gran acuerdo político. No se conocían los alcances. Al final solamente fue para discutir la creación de las PASO y en la mesa solo se sentaron algunos radicales.
Mauricio Macri, después de ganar las elecciones 2017. En el Centro Cultural Kirchner, llamó a empresarios y sindicalistas a un acuerdo. “Estoy acá pidiéndoles que todos hagamos nuestro aporte, es la forma de sacar a este país adelante cuanto antes”. Nunca dijo cuál sería su aporte y ese diálogo se terminó con la reforma jubilatoria.
Macri, después de pedir ayuda al FMI. Pasó la primera gran corrida cambiaria y Macri volvió a pedir un acuerdo político. Volvió a convocar a su mesa política (Monzó, Frigerio) e hizo una convocatoria amplia. "Hablé con gobernadores de distintos espacios y senadores, y los convoqué a todos a sentarnos alrededor de una mesa y hacer un gran acuerdo para equilibrar algo que la Argentina no logra hace más de 70 años", dijo. Fracasó.
Cristina, siendo vicepresidenta, en las cartas que enviaba, donde echaba la culpa de todos los males a la ineficiencia de Alberto y la maldad de Macri. “Tenemos que empezar a discutir en serio estos temas. no hay posibilidad si no hay un gran acuerdo", dijo en un homenaje a Perón.
Todas las convocatorias terminaron igual: solamente se llamaba al diálogo a aquellos que pensaban parecido y nunca el que convocaba terminaba de ceder la agenda. Todas fracasaron.
Milei, ¿león herbívoro?
Milei llama ahora al Pacto de Mayo, pero la agenda sigue siendo cerrada. Propone diez puntos de acuerdo, pero no dice en qué va a ceder él respecto a su programa. Los 10 puntos no hacen ninguna referencia ni a la educación, la salud, la pobreza… ¿No son estas prioridades en la Argentina?
Milei habla de acordar con aquellos que quieren “el cambio”. El tema es que no hay acuerdo nacional posible sin el otro 50% que cree que “cambiar” (o mejorar) es otra cosa.
Un acuerdo nacional puede excluir al 5% de la izquierda, quizás al 20% del kirchnerismo más duro o a la extrema derecha, cuando eran un grupo minoritario. No hay acuerdo posible sin la mitad del país.
Incluso desde la economía real tiene un problema. En todo su discurso, Milei nunca pronunció la palabra “industria”. Habló de volver a hacer de la Argentina “una potencia productiva agrícola, energética, comercial, marítima y tecnológica”. La actividad primaria (incluye al agro, minería, hidrocarburos) solo explica el 1% del empleo formal.
La industria, la construcción y el Estado explican el 30% del empleo. Ninguno de estos tres sectores figura en el discurso de Milei. El comercio (que va a estar jodido si sigue cayendo el mercado interno) explica un 20%.
El problema del modelo de Milei –“siempre y en todo lugar”- es que el único sector al que pretende desarrollar es el que explica el 1% de la contratación de la mano de obra. El modelo no cierra.
Es cierto que no se puede vivir siempre de actividades no competitivas. Pero en todos los países, los Estados se encargan de proteger actividades estratégicas. Un cambio sustancial que sucedió hace 100 años (fecha en que Milei indica el comienzo de todos los males) es que se terminó la división internacional del trabajo tal como existía hasta entonces y países industriales empezaron a proteger también su economía primaria. No fue el único.
Los acuerdos, punto por punto
Milei puso sobre la mesa 10 puntos de acuerdo. Siempre sujetos a la “aprobación previa” de la “Ley de Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos” (que ya fue discutida y virtualmente rechazada por el Congreso) y un nuevo pacto fiscal (cuyo contenido no conocemos).
Los puntos son estos (comentarios entre paréntesis):
La inviolabilidad de la propiedad privada (está en la Constitución, no es necesario).
El equilibrio fiscal, innegociable (es un punto válido a discutir).
La reducción del gasto público a niveles históricos, en torno al 25% del Producto Bruto Interno (declamativamente correcto, de imposible implementación, especialmente para las provincias que se hacen cargo de la salud, seguridad y educación).
Una reforma tributaria que reduzca la presión impositiva, simplifique la vida de los argentinos y promueva el comercio (nadie puede estar en desacuerdo con el título. ¿Qué impuestos se bajarían y qué recortes implica hacerlos?).
La rediscusión de la coparticipación federal de impuestos para terminar para siempre con el modelo extorsivo actual (para rediscutir la coparticipación se necesita una ley marco con acuerdo de todos los gobernadores. ¿Cómo se va a gestionar?).
Un compromiso de las provincias de avanzar en la explotación de los recursos naturales del país (es declamativo, pero los recursos siguen siendo de las provincias).
Una reforma laboral moderna que promueva el trabajo formal (hay que ver la letra chica).
Una reforma previsional que le dé sustentabilidad al sistema, respete a quienes aportaron y permita, a quienes prefieran, suscribirse a un sistema privado de jubilación (¿van a tocar las jubilaciones? ¿Cómo se le da sustentabilidad a ese sistema?).
Una reforma política estructural que modifique el sistema actual y vuelva a alinear los intereses de los representantes y los representados (si es eliminar las PASO, seguramente haya acuerdo. Si es cambiar el sistema de representación, imposible).
La apertura al comercio internacional, de manera que la Argentina vuelva a ser una protagonista del mercado global (¿cómo se protege a las industrias que dan trabajo a provincias que viven de eso?).
Y lo fundamental: como se planteó antes, no se habla de educación, salud, pobreza, ni infancia. ¿No son prioridades para el Presidente?
El factor Macri
La foto entre Milei y Macri difícilmente se dé antes del 19 de marzo, fecha de elección de autoridades en el PRO. Macri, como presidente del partido, va a tener otros resortes para juntarse con el Presidente, en calidad de aliado. También quiere que La Libertad Avanza esté más organizada como partido para poder mejorar los vínculos y plantear objetivos comunes.
Pero el diálogo entre ellos está en su mejor momento y se intensificó después del conflicto entre Milei y Nacho Torres. Macri fue uno de los primeros en tuitear cuando Milei presentó su “Pacto de Mayo”. Milei le agradeció: “Gracias, presidente”, le escribió. Música para los oídos de Macri.
En sus charlas privadas, Macri insiste en que el programa económico es sólido y que Milei está haciendo todo lo que él no pudo. Si Macri logró construir hasta el quinto piso del edificio y se quedó sin fuerza (por culpa de los aliados o de los tiempos políticos), Milei está en condiciones de construir los 20 pisos que faltan.
El PRO va a seguir acompañando al Gobierno en lo parlamentario. No va a haber un cogobierno ni una coalición. Eso está definido. Sí va a seguir pasando que el PRO le aporte funcionarios a una estructura estatal que el expresidente considera muy floja. Macri pidió que le hicieran un relevamiento y detectó que el Gobierno apenas nombró 1200 cargos de 4500 que tiene que ocupar. Faltan especialmente subsecretarios, directores operativos y generales.
El expresidente está más activo que nunca. Y si el “Pacto de Mayo” avanza, lo va a tener como un actor fundamental.
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