Los efectos colaterales de la baja en las encuestas de Milei y la decisión del Congreso que puede cambiar todo
Se debate esta semana la insistencia a la ley de financiamiento universitario. Sectores de la oposición ya leen que el Gobierno pierde poder. Un cambio modificaría radicalmente el mapa político.
La semana pasada te contaba que el ministro de Salud no se fue solamente por cuestiones personales. Había una cuestión de estilo y de tiempos que hacían difícil su continuidad. Había consenso entre el ministro saliente, Mario Russo, y el resto del Gabinete en que había que reformar profundamente el sistema de salud. Pero había una diferencia en torno a la velocidad de los cambios.
En el Gobierno del filósofo Milei no hay lugar para tibios. El plan de reducción y eliminación del Estado es claro: todo lo que tiene Nación debe pasar a las manos de las provincias o cerrarse.
En estos días se dio el primer paso: el Ejecutivo decidió cerrar el hospital de salud mental Laura Bonaparte, incluyendo su jardín de infantes. Se trata de un centro que tiene 40 personas internadas, con 1000 pacientes en consultorios externos y de 2500 o 3000 atenciones mensuales, según sus autoridades.
“La decisión (de cerrarlo)responde al objetivo de priorizar la asignación de los recursos en los pacientes que lo necesitan”, dice el escueto comunicado del gobierno. “Vale destacar que el establecimiento de salud recibe un presupuesto de 17 mil millones de pesos anuales y cuenta con una muy baja ocupación”, aclaran sin dar más precisiones de números ni los motivos de dicha decisión. "Solo 30 pacientes que se van a derivar a otras instituciones", explicaron informalmente desde el ministerio.
El plan a largo plazo es cerrar todos los hospitales nacionales, o derivarlos a las provincias. ¿Habrá resistencia?
El Gobierno y las encuestas
Se empiezan a ver los efectos colaterales de la baja en las encuestas que se viene relatando en La Jungla del Poder desde hace varias semanas. El Gobierno tiene serias dificultades para llegar a los 86 votos que garantizan la vigencia del veto a la ley de financiamiento universitario. El Congreso necesita los 2/3 de cada cámara para poder insistir en la ley que votó. En el Senado esto sería un trámite; donde el Gobierno puede bloquear todo es en Diputados.
No todos los diputados del PRO -principal aliado del Gobierno- están dispuestos a votar a favor del veto. “Estamos pidiendo que el Gobierno arregle el tema paritario. No queremos que del Congreso salgan leyes que aumenten presupuesto. Pero necesitamos que arregle con los docentes universitarios”, explicó una diputada del PRO, a cargo de las negociaciones.
Por primera vez, el PRO se va a dividir en tres. El sector más cercano a Patricia Bullrich va a acompañar al Gobierno, mayoritariamente; el sector más tradicional y cercano a Macri podría rechazar el veto, junto con los pocos que le quedaron a Rodríguez Larreta. Y una ancha avenida del medio que podría abstenerse; una abstención sigue siendo un voto en contra del presidente.
Los partidos provinciales se inclinan también por la abstención. Lourdes Arrieta, exlibertaria expulsada del bloque, dice que va a votar “a favor de los estudiantes”.
En el oficialismo cuentan 45 votos seguros. Necesitan del PRO casi entero y de los 4 radicales “héroes” para evitar una derrota.
En el Senado, la cosa está todavía más complicada. Con el apoyo de todo el PRO apenas juntan 12 votos y necesitan 25 para bloquear la insistencia.
Es imposible disociar esta decisión del partido de Macri de los números que vienen recibiendo y analizando. Un informe de este fin de semana de la Fundación Pensar (que preside María Eugenia Vidal) muestra los últimos números, que ponen varias luces amarillas.
Habría que ver si las charlas que tuvo Macri con el asesor presidencial Santiago Caputo logran algún efecto para contener la ruptura.
El informe de la Fundación Pensar
Primero expone algunos datos de la consultora CasaTres que muestran el optimismo en baja:
55% de la gente no llega a fin de mes
71% dice que resignó consumos
30% dice que sus ingresos cayeron
62% tiene miedo de perder el empleo
Apenas 30% cree que la inflación está bajando (había llegado a 50% en junio)
Además:
Solo 11% cree que el Gobierno esté resolviendo los problemas
35% dice que el Gobierno sabe cómo resolver los problemas, pero necesita tiempo
47% dice que “no tiene la capacidad para resolverlos”
Se mezcla con algunos datos de la economía real que exponen en el informe:
16% perdió el salario formal en un año
31% perdió el salario mínimo
Desde el cambio de Gobierno se perdieron 136.000 puestos de trabajo en el sector privado
El informe de la Fundación Pensar también pone un gran signo de pregunta sobre el futuro cuando analiza el Presupuesto 2025 que presentó el Gobierno de Milei.
“¿Con cepo, crecerá la economía un 5%? ¿Sin cepo, se sostendrá el tipo de cambio a $1.207 y la inflación del 18%?”, se preguntan.
Además, advierte:
La presión impositiva aumenta en 0,5% del PBI y no se incorporan cambios tributarios significativos
No se incluye una corrección cambiaria en 2025. La devaluación sería del 1,4% mensual, con una inflación que seguiría el mismo ritmo.
El tipo de cambio real en diciembre de 2025 sería un 26% inferior al de diciembre de 2023 (lo que implica pérdida de competitividad).
¿Habrá acumulación de reservas internacionales con este esquema cambiario?
Un dato: el presupuesto prevé que las importaciones crezcan un 14,2% y las exportaciones un 7,7% (respecto al PBI). ¿De dónde van a salir los dólares para financiar esas importaciones?
El informe también hace observaciones sobre algunos aspectos del presupuesto, como que desliga las asignaciones familiares de la fórmula de movilidad de las jubilaciones o que suspende por un año la ley de financiamiento educativo que garantiza una inversión en el área del 6% del PBI.
El cambio que puede cambiar todo
Esta semana se aprobó en el Congreso el cambio en la forma en que vamos a votar a partir de 2025.
Ya no va a ser más la tradicional boleta por partido que usamos en cada una de las elecciones hasta ahora, sino que va a haber una gran boleta con todas las opciones y el votante va a tener que tildar sus preferencias.
A priori, el cambio es bueno porque simplifica mucho la logística de la elección, va a desaparecer el robo de boletas (puede haber otro tipo de trampas, pero eso lo dejamos para otra oportunidad) y elimina un negocio nefasto en política que es la impresión de las boletas.
Pero el nuevo sistema tiene un daño colateral del que se habla poco. Para lograr el apoyo de los partidos provinciales, el oficialismo y sus aliados terminaron aceptando que en la nueva boleta no haya un casillero que diga “votar lista completa”.
Eso va a generar que haya un “corte de boleta” obligatorio en cada elección. El votante va a entrar al cuarto oscuro y va a tener que tildar en todos los casilleros que quiera votar (para categoría presidente, diputado, senador, etc).
Si un elector desprevenido vota solo la categoría presidente, en el resto de las opciones va a quedar como voto en blanco. Los datos históricos demuestran que la gente solo elegía la categoría principal y en la mayoría de los casos simplemente “arrastraba” el resto de los cargos.
Esto se vio, por ejemplo, en la última elección en Santa Cruz, donde Milei -que sacó el 36%- no llevaba candidato a diputado y el voto en blanco en la categoría llegó al 33%.
¿Qué puede pasar a partir del nuevo sistema? Algunas opciones, muchas contrapuestas entre sí:
Que el candidato principal no logre traccionar votos a las listas de legisladores y que el que gane la elección ejecutiva después no tenga diputados y senadores para gobernar.
Que beneficie a los partidos tradicionales que tienen más gente para poner nombres conocidos en todas las categorías y dificulte el acceso a cargos de las fuerzas emergentes.
Que al peronismo le bajen los incentivos para ir detrás de un líder fuerte (Cristina) y que empiecen a emerger nuevos liderazgos locales.
Que a Milei le resulte imposible armar una estructura, porque los candidatos a legisladores no irían bajo su ala (¿podría ser el gran perjudicado de la reforma?)
Que emerjan muchos candidatos outsiders y nuevos que ya no necesiten el aparato político para ganar un cargo. Esto puede ser bueno porque permite mayor renovación o malo porque después son ingobernables.
Que se genere una balcanización de la política argentina por la baja capacidad que podrían tener los partidos para generar ofertas electorales compactas.
En metáfora deportiva, se acaban de cambiar todas las reglas de juego y nadie sabe cómo va a terminar la historia. Empieza un juego absolutamente nuevo en la política argentina. Habrá que estar atento a ver qué hacen los distintos espacios políticos para acomodarse a esta nueva realidad.
No es casual que estos días se haya conocido la decisión de Cristina Kirchner de buscar la presidencia del PJ nacional. Por primera vez, se ve obligada a ocupar un cargo partidario para garantizar el control del espacio.
Algo parecido a lo que tuvo que hacer Macri con el PRO o Karina Milei con La Libertad Avanza.
Dos datos más:
No se sabe qué va a hacer la provincia de Buenos Aires con esto. ¿Se acoplará al nuevo sistema? ¿O dejará el sistema vigente haciendo que se vote en dos urnas separadas? Otro problema para el kirchnerismo duro que siempre usó la fuerza del nombre de Cristina para traccionar en todo el resto de las categorías.
La presentación de las listas y la fecha de las PASO se adelanta, lo que hace todavía más largo el calendario electoral. Así como está el cronograma, se deja al presidente sin casi todo su último año de gobierno. Recordemos que al conocerse los sorpresivos resultados de las PASO de 2019 y 2023 tanto Macri como Alberto Fernández sufrieron corridas cambiarias imparables por la distancia de tiempo que existía entre la PASO y la asunción del nuevo presidente.
Por eso insistimos que este nuevo esquema cambia todo. La caja de Pandora se abrió y nadie sabe en qué puede derivar.
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