Factor conurbano: los dilemas del peronismo y de Milei pensando en las elecciones 2025
El peronismo otra vez atrapaso en el dilema "Cristina sí o Cristina no". La expresidenta sigue siendo la líder más popular del conurbano bonaerense. El Gobierno redobla la apuesta en todas las áreas.
Cristina Kirchner sigue siendo el actor principal que ordena la política de la provincia de Buenos Aires, especialmente el conurbano. Y la provincia de Buenos Aires ordena el país. El Gobierno se juega su proyecto en las elecciones 2025: si no mejora su situación en el Congreso, la gobernabilidad se le va a hacer cuesta arriba, especialmente si la economía no repunta.
Según una encuesta de la consultora Reyes Filadoro (una de las que mejor interpreta los vaivenes del conurbano), el 58% de la gente en el Gran Buenos Aires tiene imagen negativa del Presidente Javier Milei. Apenas el 23% tiene imagen positiva de Karina, que hoy aparece como la candidata más taquillera en ese territorio para el oficialismo.
Cristina Kirchner tiene 49% de imagen positiva, muy por encima del 31% de Sergio Massa o del 28% de Juan Grabois; apenas por encima del 46% de Axel Kicillof. Además, la expresidenta tiene 49% de imagen negativa, mucho mejor que el 74% de Mauricio Macri, el dirigente de peor valoración en el Gran Buenos Aires.
Estos números explican por qué Cristina Kirchner es irremplazable. No hay construcción de proyecto de futuro para el peronismo sin esa figura.
El Gobierno entiende esta situación y polariza con ella, apelando a conseguir el voto de ese 49% que no la quiere y pensando en hacer una buena elección en el interior de la provincia. Ahí el voto antiperonista es fuerte y puede compensar (en parte) la caída en el conurbano.
Por eso, en las últimas semanas, el oficialismo redobló los esfuerzos de diálogo con el PRO. La idea es revisar caso por caso, en qué distritos podrían ir juntos y en cuáles pueden ir separados para obtener mejores resultados.
Es un juego aritmético de cálculos muy finitos. En CABA, por ejemplo, se elige senador. ¿Podría quedarse el oficialismo con los 3 senadores si se dividen con el PRO la mayoría y la primera minoría? Podría.
En Provincia, en cambio, si el no-peronismo va dividido es probable que el PJ pueda repetir los triunfos de 2023 (recordar que nunca La Libertad Avanza ganó en provincia de Buenos Aires). Quizás valga la pena unificar.
Paralelamente, el oficialismo está hablando con dirigentes peronistas no kirchneristas, tal como anticipó A24.com. Hay quienes creen que hay margen de hacer una lista opositora, que tenga la bendición del oficialismo y que ayude a dividir los votos de Unión por la Patria. Aquellos intendentes que ayuden en la causa, se verían beneficiados con la terminación de obras no concluidas en un contexto en el que no hay plata.
Dividir al peronismo -aunque sea con un porcentaje bajo- puede ser clave para ganar la provincia más hostil para Milei.
La rosca o el liderazgo
El peronismo se encamina a transitar una elección interna histórica. Por primera vez en 35 años van a ir a una interna en un momento inconveniente para presidir el PJ.
Cristina Kirchner -que siempre renegó del partido- se va a enfrentar a Ricardo Quintela. Como hace 35 años (en 1988) compite todo el establishment partidario contra un gobernador riojano; difícilmente se repita aquel resultado.
Cristina va a ganar por paliza. Pero el cuestionamiento a su liderazgo es evidente. Por primera vez alguien la desafió y por primera vez los estamentos más fuertes del poder interno en el peronismo miraron para un costado: gobernadores, muchos intendentes y buena parte de la CGT. Hay un consenso en muchos sectores de que Cristina es garante de una derrota.
En el kirchnerismo reconocen que la pelea es por la lapicera de 2025. O sea, por cómo se arman las candidaturas (otra vez, momento inconveniente). Nadie se quiere quedar afuera de ese reparto y muchos necesitan del dedo de Cristina para poder sobrevivir. Un ejemplo: Neuquén elige senadores; sin Cristina, difícilmente, Oscar Parrilli pueda volver a tener una banca. Es la lucha más descarnada por lugares en las listas.
Otros en cambio disfrazan esa pelea y hablan de que lo que se disputa es el liderazgo. “Todos queremos que Axel sea candidato a presidente y que gane. Pero antes, tenemos que ver quién va a liderar el proceso”, dice un dirigente kirchnerista duro que mira de costado la interna del PJ.
En este sector explican que si se eligen mal los candidatos de 2025, puede terminar pasando que muchos de los que ganen bancas en el Congreso terminen votando con el Gobierno. Cristina mandó el viernes cartas a militantes del PJ para que vayan a votar. “Las imágenes de legisladores y gobernantes de nuestro partido apoyando a Milei en el Congreso es algo que no podemos ignorar ni aceptar”, escribió.
Cristina sabe -mejor que nadie- que en el peronismo cualquier dirigente “mal conducido” puede votar a mejor postor (algo que también pasa en el radicalismo).
La interna es cada vez más difícil de explicar puertas adentro y mucho más puertas afuera. Tan inexplicable es que Máximo Kirchner tuvo que salir a hacer aclaraciones en las últimas horas y a decir que ellos no tienen nada en contra de Kicillof. Nadie le creyó.
También habló de Ricardo Quintela: “El que quiera votar por Quintela por cómo gobierna La Rioja o por su trayectoria que lo haga… es un hombre de 67 años que fue diputado con Cristina”, dijo en entrevista con Jorge Rial. Una manera de descartar que Quintela pueda ser la renovación. No hay muchas alternativas.
El voto bronca
La misma encuesta de Reyes Filadoro en el conurbano muestra que el 62% de la gente no siente identificación ideológica izquierda o derecha.
Además, apenas el 20% se identifica como kirchnerista y 9% como peronista (el 30% histórico de esa fuerza). Un 46% no se identifica con ningún partido. Va a ser difícil para el peronismo ganar nuevos adeptos si sigue en esta interna intestina.
Un informe de la consultora “Sentimientos Públicos”, advierte que el 54% de la gente votaría candidatos que no provengan de la política profesional en las elecciones 2025. En el interior del país, esta cifra asciende al 60%.
El discurso antipolítica no está anclado en lo ideológico: 8 de cada 10 quieren que el Estado intervenga en temas de medioambiente y 9 de cada 10 creen que el Estado tiene que construir viviendas. El problema no es el Estado, sino los políticos.
“De los políticos se espera practicidad, que dediquen su tiempo a la producción y el crecimiento económico, que velen por problemas concretos y cotidianos. Esto no significa que no haya lugar para las grandes discusiones. Pero no se puede tener grandes discusiones todo el tiempo…”, sostiene el informe en las conclusiones. Y advierte: “Cuando la política agota y no da soluciones, los argentinos pueden aceptar opciones extra-políticas”.
El cepo al Estado
Mientras tanto, el Gobierno lanzó una serie de medidas para ponerle un “cepo al Estado”, como dijo en la inauguración de Foro Económico Mundial que se hizo en la Argentina. Entre otras medidas, decidió:
Eliminar la AFIP y se cambia por otro nombre
Rematar 1200 edificios o terrenos públicos
Se privatiza el tren Belgrano Cargas
Negoció con la UCR la venta de Aerolíneas Argentinas
Eliminó el registro de abogados para litigar con ANSES
Terminó con los cargos “hereditarios” en organismos públicos
Derogó las obligaciones para los cableoperadores respecto a su grilla
Se desprende de espectro de telecomunicaciones que estaban reservados a Arsat
Intima a 10.000 empleados públicos a jubilarse
Obligaron a que todos los que tienen vacaciones pendientes se las tomen en octubre.
Estas últimas medidas se complementan con el congelamiento de la nómina de empleados públicos (y los salarios), la ausencia de nuevas contrataciones y el congelamiento de salarios. “Quedan los peores, los que no les queda otra alternativa”, cuenta un funcionario de un área sensible que está en la mira por estos días. El "topo" está logrando su cometido.
Los problemas de gestión generan ruidos también con los aliados. Esta semana hubo una reunión con gobernadores del PRO, que son los que tienen que aportar los votos para el presupuesto 2025. Uno de los principales reclamos fue que terminen las auditorías de las cajas previsionales provinciales para pagar las deudas de 2024 y 2025; advierten sobre una lentitud inexplicable.
El Gobierno que no logra auditar las cajas previsionales en provincias, ahora avanza a querer auditar a las universidades. En la UBA denuncian que lo que se busca es intervenir políticamente y usar la información para operaciones berretas. Dicen que no hay garantías.
Mientras tanto, la economía real
"Están apareciendo signos de estabilización económica, y la actividad económica se expandió a partir de abril, pero el ritmo de recuperación sigue siendo incierto y desigual entre los sectores”, dijo (cauto) el último informe del FMI sobre la economía argentina.
El FMI lee algo parecido que lo que lee la calle. Se conocieron los índices de variación salarial de agosto. En todos los casos superaron a la inflación de ese mismo mes. Y también muestra que los salarios están creciendo este año por arriba de la inflación.
Pero siguen muy lejos en la variación interanual. El salto inflacionario más grande se dio con el 25% del primer mes de gestión de Milei.
En el año los salarios aumentaron 200,6%. Perdieron 30 puntos contra la inflación que fue del 236.7%
En el desagregado:
*Sector privado: 224,9% (Perdió 8 puntos contra la inflación)
*Sector no registrado 184,1% (Perdió 50 puntos contra la inflación)
*Sector público 166% (perdieron 70 puntos contra la inflación)
La cifras de la economía financiera vienen mejorando mucho. El Gobierno tuvo un gran medalla para mostrar con la inflación de 3,5% (analistas creen que en octubre podría empezar con 2), el blanqueo fue un éxito, la acumulación de reservas viene bien, y el riesgo país quedó por debajo de 1000 puntos.
Pero la economía sigue sin crecer (0,2% fue el “crecimiento” de agosto), las ventas en supermercados están congeladas (0,2% de aumento respecto al mes anterior y 10% de caída anual).
Milei dice que la economía está creciendo si se la mira intermensualmente. Es al menos engañoso. Lo dice el propio FMI.
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