Los números que derribaron al "Pacto de Mayo"
El Gobierno ya reconoce que el "Pacto de Mayo" no se hace. En el oficialismo lo ven como un triunfo. Las últimas encuestas y los datos económicos que sepultan la posibilidad de un acuerdo.
El Pacto de Mayo cumplió su objetivo. Lo dijimos acá al día siguiente que se anunció. No era un giro dialoguista del Gobierno, sino una tregua, una manera de ganar tiempo, de bajar algunas tensiones mientras seguía implementando su plan.
Ganó 3 meses de buenas noticias, en la lógica oficial. Anunció tres índices “positivos” de inflación descendente, acompañados de algunas otras variables como el superávit fiscal (0,2% el último mes, aprobando con lo justo), la baja del riesgo país, la acumulación de reservas… Todas cifras macroeconómicas importantes para sentar las bases del crecimiento económico. Condición necesaria, no se sabe si suficiente.
En los últimos días se conoció el mejor dato económico para el Gobierno. La inflación mayorista de abril dio 3,4%. Ese número suele anticipar el dato de la inflación del mes siguiente de precios comunes. Si la inflación cayera por debajo de 5% sería un número hermoso para los planes de Milei. Dato adicional: los productos importados tuvieron 0% de inflación.
Esta semana, el Gobierno reconoció cuál fue el sector que más se ajustó en el primer trimestre: los jubilados. También la obra pública, las universidades y las transferencias a las provincias, que incluían la guita para pagarle el sueldo a los docentes. Lo presentó en el informe que entregó el Jefe de Gabinete, Nicolás Posse, a los senadores.
Milei habló el miércoles ante el Cicyp -uno de los foros empresariales más importantes del país- y se vanaglorió de haber hecho el ajuste más grande de la historia de la humanidad. Nunca termina de reconocer a quiénes les hizo el ajuste.
Hace unos días le dio una entrevista al canal latino Univisión. Ahí planteó que los haberes de los jubilados habían aumentado en dólares. No queda claro si es un recurso retórico o si de verdad piensa que los jubilados argentinos tienen sus consumos básicos dolarizados; como sea, la Argentina tiene inflación en dólares.
Se conocieron las reuniones que Milei mantuvo en Olivos desde que asumió como presidente. Fue gracias a un pedido de la información pública que hicieron Pablo Blanco, periodista de Clarín, y otros colegas. Se verificó el tamaño de la fiesta que se vive en la Quinta presidencial. Casi no hay reuniones de trabajo y todo se limita a encuentros casi sociales con amigos del Presidente. En los 3 meses del registro, nunca se juntó con nadie que piense distinto que él.
Esto podría ser una anécdota. Olivos es su casa y no tiene por qué recibir a nadie. El problema es que Milei casi no sale de esa quinta más que para ir a Casa Rosada dos veces por semana, a algún acto liberal-libertario o a algún aeropuerto hacia un vuelo internacional que lo tenga lejos del país.
No tiene agenda oficial, no quiere que le pregunten por temas personales, no se sabe qué hace, con quién se reúne, ni el contenido de las reuniones de gabinete… información básica que debería ser pública en cualquier democracia republicana. Son temas que al Presidente no le interesan.
Volvamos al Pacto de Mayo. Milei decidió no firmarlo. O al menos no firmarlo con la casta. Lo va a suscribir con el pueblo, en algún formato que todavía no está precisado.
El ministro del Interior, Guillermo Francos, habló de hacerlo más adelante. El 20 de junio, en Rosario, o el 9 de julio, en Tucumán.
Cuando Milei lo había anunciado, lo dijo claramente: “Con el deseo de estar equivocado en mi desconfianza hacia muchos de ustedes, es que quiero aprovechar esta ocasión para extenderles una invitación”.
“Convocar tanto a gobernadores como expresidentes y líderes de los principales partidos políticos, a que depongamos nuestros intereses personales y nos encontremos el próximo 25 de mayo, en la provincia de Córdoba, para la firma de un nuevo contrato social”, había planteado.
Aquella convocatoria se dio en un momento en que la imagen de Milei estaba en baja. Apenas dio aquel discurso --agresivo en un 90%, y solo un 10% dialoguista- inmediatamente recuperó popularidad. Ganó tiempo. Ahora no lo necesita. No necesita ningún pacto porque lee que su plan económico da resultado y que la gente lo apoya.
Las últimas encuestas
Una encuesta de la consultora Proyecciones (que en general trabaja para el peronismo) muestra ese optimismo.
¿Creen que van a estar mejor dentro de 6 meses?
40% dice que sí; en marzo era apenas el 29,8%.
42% es optimista respecto al futuro (contra el 32% en marzo); el “no sé” bajó del 43% al 31%.
44% cree que el rumbo de la economía es correcto (35% era en marzo).
Se le preguntó a la gente cuánto tiempo podría esperar a Milei:
17,3% dice que más de un año.
20% entre seis meses y un año.
18% seis meses o menos.
35% no está dispuesto a esperarlo nada.
La distribución es lógica: los que lo esperan más de un año son los libertarios puros; hasta un año lo esperan los que lo votaron en primera vuelta y algunos prestados del PRO; seis meses o menos los que lo votaron al final, los que votaron en blanco y algunos de Massa. El 35% restante es la base dura del peronismo.
Javier Milei volvió a poner en duda el Pacto del 25 de Mayo ante empresarios y negó el atraso cambiario.
Hay otras encuestas dando vueltas. Todas dan más o menos el mismo resultado. Una muy interesante es la de Inteligencia Analítica, que dirige Marcelo Escolaren sociedad con Sebastián Galmarini, cuñado de Massa. Es una de las que mejor pronosticó el resultado electoral de 2023 (tanto cuando le fue bien a Massa como cuando le fue mal). Hace tracking diario con 16.000 casos.
Esta encuesta arroja algunos datos a tener en cuenta:
La inflación ya no es la principal preocupación de la gente. La corrupción se sostiene al tope.
La imagen del Gobierno se mantiene estable y mejoró la última semana.
Las expectativas económicas del país, tanto como las personales, siguen en una leve alza.
Mejoró la imagen de Milei y creció los que tienen una percepción “muy buena” de su liderazgo.
En la oposición, Cristina Kirchner, Axel Kicillof y Sergio Massa se mantienen en números de imágenes similares (bastante negativos).
El 46% está de acuerdo o muy de acuerdo con que se apruebe la ley bases.
En el Gobierno siguen confiados en que van por el camino correcto. “Se está comprando tiempo. Llegamos a mayo o junio, seis meses debatiendo y demostrando que la política sigue poniendo las trabas a que el país avance”, describe un importante operador del oficialismo con trato directo con el despacho presidencia.
“Presentamos 600 artículos y la rechazaron porque era mucho. Ahora es corta y siguen las mil excusas para trabarnos. Desde lo discursivo. Nosotros queremos hacer las cosas, pero los dirigentes no nos dejan”, se quejan.
Reconocen problemas en la comunicación de la gestión de Gobierno. Solo eso.
La búsqueda de liderar la oposición
Otra novedad de la semana son los movimientos de un dirigente opositor que lanzó ya formalmente su proyección nacional.
Axel Kicillof deja el reducto de la Provincia y empieza a caminar el país. Usa la estrategia que en su momento usó Larreta: va a las provincias a firmar acuerdos de cooperación. Empezó por Chubut, donde gobierna el del PRO Nacho Torres, y terminó el viernes en Santa Fe, con el gobernador radical Maxi Pullaro.
“Estos acuerdos entre provincias ponen de relieve al estado desertor al que apuesta Milei, con respecto al Estado presente que creemos nosotros y propiciamos desde nuestra gestión”, explican en provincia.
“Para nosotros, estas son oportunidades de mostrarnos distintos y confrontar con Milei”, dicen quienes interpretan las ideas del gobernador. No lo explicitan, pero mostrarse distinto no solamente implica marcar distancia respecto de Milei, sino también del kirchnerismo duro.
Esta semana, Máximo Kirchner convocó a elecciones para presidente del PJ bonaerense que van a confluir con las nacionales. Por primera vez en mucho tiempo, las autoridades se van a definir en las urnas con el voto de los afiliados.
Sectores del peronismo bonaerense quieren que Kicillof -o alguien suyo- quede a cargo del partido. El kirchnerismo sabe que su fuerte es la provincia de Buenos Aires, particularmente el conurbano. No es casualidad que se hagan confluir las dos elecciones partidarias
Cristina Kirchner volvió a la escena pública. Ya no hace actos misteriosos cada dos meses. Habla cada algunos días, sea a través de discursos o de videos de TikTok y opina sobre todos los temas.
Hace unos días lo cruzó a Martín Lousteau por el acuerdo presupuestario que hizo la Universidad de Buenos Aires con Nación. La UBA firmó por afuera, dejando solas al resto de las universidades nacionales con las que marcharon juntos hace un mes.
Cristina desconfía de que eso pueda cambiar el voto de Lousteau en el Senado. Hace bien. El Gobierno necesita no solamente que se apruebe la ley bases, sino dejar al kirchnerismo votando en soledad. Por ahora, lo estaría logrando.